Concurso interesante en el que se demuestra la pericia culinaria de sus concursantes. Hasta ahí entretenido. Pero en esta, como en la primera edición, más que preocuparse de mostrar su vocación y la profesional que la mayoría cuenta, se muestran las estrategias de la manada, en la que el fin puede justificar los medios y eso, es clara muestra de toda falta de honestidad, profesionalidad e integridad.
¿Merece la pena perder todo esto con tal de ganar el premio? Mi opinión es que No. Porque la sensación de vacío con una falta de valores y principios eclipsa todo lo bien que puedan ser como chef y como profesionales de la cocina.
Sí las eliminaciones como en el programa de ayer, prima más el eliminar al contrario por disparidad de caracteres más que por lo bien o mal que cocine, realmente, como reality le dará cancha, pero los valores se pierden totalmente. Y si me dieran a elegir, jamás podría trabajar con alguno de ellos, porque sabiendo que lo que prima es su beneficio particular por encima de todo, no creo que cupiere para trabajar en equipo. Y más, en dicha profesión, que aunque las individualidades sean un gran factor, lo que determina el resultado final, es el trabajo, la planificación y la buena puesta de todos como equipo. Por lo menos es lo que creo.
Sí esto lo trasladáramos a nuestro sector, creo que pasaría exactamente lo mismo. Por lo que, nos llenamos la boca, de cómo trabajar en equipo, cómo ser más eficientes, cómo generar más valor, pero al final, prima más unos criterios particulares que el conjunto y esto mata o degrada los servicios, sí o sí, sin lugar a dudas.
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