domingo, 16 de marzo de 2014

¿Cuándo se cierra una puerta se abre otra y surge la oportunidad?

El don de elegir, nos empuja hacia una responsabilidad frente a la elección que nos hace asumir las consecuencias, con firmeza. 

Siempre de todas formas, es mejor elegir y equivocarte que elijan los demás por uno y asumir algo que nosotros no teníamos contemplado y con lo que tendremos que vivir sino toda una vida, si durante un periodo de tiempo. En el que interiormente, tendremos sentimientos negativos, por no haber hecho algo, para bien o para mal.

Instantáneamente, reflexionando sobre el tema, la cuestión es ver la nueva puerta. Imaginarla e ir en busca de la misma. Debemos dejar los pensamientos negativos y aceptarlos para al des-aprender podamos avanzar hacia nuestro nuevo destino. Es la única forma de no hacernos daño. Y volver con motivación y entusiasmo a la senda amarilla, como Alicia en su devenir en el país de las maravillas.

Ver la luz y que la misma sea un referente. En esa isla reflexión, es donde se puede uno imaginar el jardín exuberante que disponemos por mente. Ver como interiorizando en dicho jardín, podemos observar el faro. El cuál, nos recordará los nuevos objetivos marcados que hará que nos nos separemos de aquello que ansiamos. Podremos oír y deambular a una persona - el sumo - como abre y sale del faro y se encamina por el frondoso jardín, recordando a mi cabeza que es el kaizen y como llevarlo en cada cosa que haga a la práctica. 

Se podrá observar como aunque este caiga, le sujeta el único cordel que cubre su cuerpo, el cual, me recuerda, que con disciplina y pasión no debemos desesperar y mirando al faro y con la fragancia de las rosas amarillas que rejuvenecen y dan brío a dicha jardín nos hacen levantarnos de nuevo una vez tras otra, ante todas las caídas que tengamos en el futuro. ¿Para qué? para volver a ver la senda, el camino; el nuevo camino, en el que tras levantarse encontrará su destino.

Esta bonita fábula, trae todo referente y los símbolos necesarios para ser un gran profesional. Solamente es necesario, reconocerlos como lo hizo Robin Sharma y actuar en consecuencia. Solo así cuando uno es capaz de cerrar una puerta es capaz de originar otra y poner todo nuestro empeño en ir en su busca y volver a decidir si queremos pasarla o volver a decidir como antes. Todo es como la ley de la cosecha. Todo es como cuando acaba el día, empieza la noche y viceversa. Mañana será otra gran día. El inicio de buscar esa nueva puerta. No sabemos cuando aparecerá por nuestro camino. Pero no debemos cejar en el empeño de ir tras ella.