viernes, 3 de octubre de 2014

Y-qué-ahh!!!!



Esto no es la "República Independiente de tu casa" y creo que es la n-sima vez que quiere reivindicar del significado de las personas hacia, para y por la empresa como activo estratégico.

Y visualizando la imagen, un slide de mi primera ponencia realizada en el congreso nacional del itSMF España, cuyo tema era lo que amo, el Conocimiento, no dejo de pensar en ese paquidermo, ese rey de la selva, esa gran mole que pudiera mover montañas, ese elefante, al que le separa de su libertad esa pequeña estaca, al que está unido por una cadena.

¿Cómo hacen para que algo con dicha fuerza esté con mansedumbre quieto y sin ningún atisbo de ánimo por buscar su libertad?

Es sencillo, práctico y si me permiten dramático. De pequeño, le ponen una estaca enorme, así como una gran cadena. El animal, por su espíritu de supervivencia, intenta, e intenta, en vano, deshacerse de su cautiverio. Pero su sacrificio y su perseverancia, no tiene resultado alguno.

El animal, llega un momento, que toma conciencia que es imposible liberarse de su cárcel, salvo que su cuidador lo libere y llega a un punto que jamás vuelve a intentarlo. Por ello, cuando crece, y su fuerza podría doblegar cien estacas con cien cadenas, ya no lo intenta. Porque en su memoria, a fuego, se clavó el triste paradigma de ese cautiverio. Ese imposible.

A veces, al profesional sin experiencia, se resiste por su actitud, sus ganas de comerse el mundo, su inquietud, de intentar hacer las cosas de forma diferente, creativa e innovadora. Suple, con su pasión, su falta de experiencia. Pero que ocurre, cuando no se cuida a un diamante potencial en bruto en nuestras organizaciones. Y se le encadena virtualmente en el sistema, empieza a perder pasión, entusiasmo, y puede perder el foco y el enfoque, el experimentar cuando conoce de primera mano, por infortunio, como funciona las cosas. Salvo que tenga la enorme suerte, de encontrarse de primera mano con un líder que le perpetúe en su avidez de aprender, experimentar y conocer.

Cuando uno crece, muchos bajan los brazos, y ya se le pueden quitar las cadenas, que no volverá a levantar cabeza en hacer cosas diferentes, cosas inquietantes, cosas que veía antes con los ojos de niño, lástima.

Por ello, salvo que haya algo que nos renueva por dentro, esas primeras cadenas marcan el futuro profesional que puede que durante el resto de su vida profesional no vuelva a recuperarse. 

Todo se puede hacer diferente y más ahora que el estancamiento, el miedo atenaza a muchos siendo fuente de oportunidad para recuperar ese brillo de antaño que hasta inclusive puede que o tu carcelero o cuidador, vea tu instinto de libertad y te libera para que generes como jamás lo hayas hecho y conocido, unos resultados y una forma de hacer que sea referente para otros y que transforme al profesional con lo que toque, en verdadero valor, convenciendo, no hay otra forma de verlo, en ese activo estratégico.




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