Cuenta la historia que un aprendiz guiado por su maestro fue en busca de su propósito en esta vida. Tras evaluar exteriormente todas sus posibilidades y no encontrar lo que buscaba, encontró la vía que para cumplir con su búsqueda, la respuesta estaría dada desde su interior.
Después de cuestionarse todo, llegó a la conclusión que su oportunidad solamente se haría realidad cuando dejase todo el miedo aparte, así como su resistencia al cambio y se dejara guiar por su intuición y toda su potencial al elegir.
Cuando localizó que el don más grande que disponíamos todos era la toma de decisiones determinó por primera vez la libertad. Y encontrada la misma, solamente debía dar el paso de forma firme y serena hacia aquello que desde hacía mucho tiempo deseaba hacer.
Se dió cuenta que estaba condicionado hasta entonces por su maestro y con muestra de respeto se despidió de él agradeciéndole todo lo que le había enseñado a hacer por si mismo. Y una vez libre, con lo puesto, fue en busca de aquello por lo que había venido al mundo.
Y caminó hacia lo que había venido a hacer
La moraleja de todo esto no es alcanzar por fin ese propósito sino auto convencerte que debes ir o hacer aquello que te llena. Dejar todo lo que te paraliza y empezar a caminar hacia aquello que quieres.
Yo llevo mucho tiempo pensando en ello y estoy en la línea de pegar el salto y de una vez por todas hacer aquello que siento y quiero. Solamente queda dar el primer paso. La cuestión es cuándo lo haré.
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