martes, 17 de junio de 2014

Cuando el jefe es el que marca las pautas

Para algo es el responsable, dirán algunos. Una cosa, es que el jefe, en base a la estrategia, plan, directrices y políticas, encamina, explique, difunda, comente, exija, mida, evalúe y otros muchos verbos de acción que se os ocurra a sus subordinados. Estando a un nivel ejecutivo. 

Pero que ocurre, cuando aparte del nivel ejecutivo, en el táctico y en el operativo, el responsable tiene también que dictar qué hacer y cómo hacer. Y no porque no delegue ni deje hacer a sus subordinados. Sino, porque si no encamina, dirige o gestiona las directrices, nadie toma decisiones.

Por tanto, muchas veces nos quejamos de nuestros responsables pero por qué no nos miramos a veces nuestro ombligo y de forma humilde y sincera, tomamos de una vez las riendas de nuestra responsabilidad. Recordar que entre otras cosas, por eso nos pagan y, tomamos de una vez ese qué hay que hacer y cómo hay que hacer, quitando de esa pérdida de tiempo a nuestro responsable.

Aquí la posible solución está para todos los gustos. Unos dirán que la culpabilidad es del jefe por no ponerse e indicar a su gente de forma cristalina lo que debe de hacer. Otros dirán que la culpabilidad es de sus subordinados, que no pegan chapa al agua. Otros, el conjunto. Otros la organización.

La cuestión, es que mientras no se haga nada, solamente se avanzará a toque del tambor del responsable, siendo ineficiente e inefectivo largas jornadas de tiempo improductivas y que solamente se avanzará cuando de nuevo el responsable, supervise aquello que mandó hacer a sus subordinados.

¿les suena?


Pues a ver si hacemos algo, ya que luego queremos cobrar incentivos y objetivos en base a no tomar ninguna decisión al respecto por querer estar en todo momento bajo el paragüas de nuestro jefe.

Hablando de objetivos, hoy hago 43 años, todo un chaval, escribiendo mi post 43 en 43 días consecutivos. Qué bonita coincidencia. Hace tiempo parecía un mundo encontrar tiempo para escribir, hoy ya es un hábito y una de mis prioridades diarias. ¿Por qué? Por un lado por el simple hecho de hacerlo. Por otro, compartir mis pensamientos y sentimientos sobre lo que me acontece de forma diaria. Y si a alguien le gusta y le sirve, que mayor satisfacción puede uno tener.





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