"Cuando el alumno está listo, aparecen los maestros"
Veamos la clásica historia del chico que se fue de casa para estudiar con un reputado maestro. Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó:
"¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú? La respuesta, no se hizo esperar: Cinco años. Eso es mucho tiempo replicó el muchacho.
¿Y sí trabajo el doble? Entonces tardarás diez. contestó el maestro, a lo que el muchacho protestó, eso es demasiado tiempo.
¿Y si estudio también por las noches? Quince años, dijo el sabio.
Pues, no lo entiendo ni comprendo, replicó el muchacho. Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por qué?
La respuesta es muy sencilla:
Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar,
solo te queda otro para que te guíe en el viaje"
Es obvio y, tenemos que tener en la mente de forma clara que cada experiencia trae o debería traer consigo un aprendizaje. Si la experiencia es positiva, nuestra autoestima crecerá, así como nuestra confianza de nuestro buen hacer; pero si la misma es negativa, sólo nos debería caber una cosa. Aprender de nuestros fallos, errores y fallas. Para que la próxima vez, que se nos aparezca la misma experiencia, sepamos como afrontarla y cambiemos su resultado. No hay otra forma. No hay otro camino.
Dicho esto, lo mismo ocurre con el término de excelencia operativa eficiente. Tomemos como punto de vista el servicio. ¿Cómo lo prestamos? ¿Qué calidad proporcionamos? ¿Y valor? ¿Beneficios? ¿Hacemos lo que decimos que hacemos? ¿Bajamos a un detalle tal que rezuma la excelencia al realidad las cosas? ¿Tenemos en cuenta, que al realizar las cosas de forma correcta, aprendemos a ser mejores, y hacer mejor las cosas, en menos tiempo, siendo eficientes?
¿Somos capaces de ver esa eficiencia? Sí hacemos lo correcto, ahorramos tiempos - re-trabajos - y esto incide en reducir por ejemplo esos costes, que muchos predican y requieren. Por ello, en invertir en la confianza y la concienciación del cómo hacer, puede inexorablemente traernos consigo esa eficiencia. Pero para eso, hay que querer y hacer ver las cosas de ese modo al profesional.
¿Sirven para algo los objetivos? ¿Vale todo con tal de obtener los objetivos? ¿El fin justifica los medios para alcanzar los resultados deseados? Cuidado!!! con los objetivos que planteamos. Todos o casi todos, por las veces que los hemos visto y oído, conocemos el término de SMART.
Pero, considero más importante y cada vez más si cabe, que la alineación de objetivos - mis objetivos personales, los objetivos de la empresa y los objetivos de nuestros clientes - sea un hecho. Pero, ¿esto es así? ¿Cuánto hacemos para que la ecuación y con sus incógnitas dan el resultado apetecido por las partes?
Y hablando de grupo de trabajo. ¿Qué objetivo podríamos plantearnos este año? Mirando para atrás, con nuestros recursos, capacidades y nuestra pasión y tiempo, siempre hemos cumplido con lo que hemos puesto encima de la mesa.
¿Y por qué no volvemos a formar parte como ponentes en el académico y en el nacional? ¿Y por qué, no nos ilusionamos en llegar a las 200.000 páginas visitadas este año? ¿Por qué, no alentamos nuestro grupo de LinkedIn, para alcanzar el millar de miembros? ¿Por qué no hacemos vídeos - los subimos a youtube- y le damos más valor a este blog, a este grupo de amigos y profesionales con las mismas inquietudes? ¿Por qué no aumentamos el número de entradas que hemos realizado en 2014? ¿Por qué no, ........?
Hoy, qué casualidad, cumpleaños en el tiempo en el que estoy en la empresa. Siete años.Magnífico número para la reflexión. ¿Habré cumplido mi propósito ya en la misma? ¿Estaré fidelizado a la misma? ¿Habré dado todo lo que tengo, en actitud y aptitud, para cumplir con los objetivos que me definen o me defino? ¿Tendré realmente estos objetivos? ¿Habré alcanzado mis sueños? ¿Se confía en mi capacidad y criterio para realizar y hacer realidad dichos objetivos? ¿Habré conocido cuál es mi vocación? ¿Estaré generando todo el valor que se me requiere? ¿Tendré asimilada la misión? ¿Conozco o me han transmitido la visión? ¿Tendré un plan, guía u hoja de ruta para avanzar en el día a día en pos de alcanzar lo visionado? ¿Se confía en mi creatividad e innovación saliente de mi interior para alcanzar esa excelencia operativa eficiente? ...tantos interrogantes, tantas percepciones, tantas realidades. O será, ¿hora de cambiar de aires? ¿Buscar nuevos referentes? ¿nuevos proyectos? ¿nuevas oportunidades?
Todos, en el principio de año, reflexionamos sobre nuestros objetivos, metas, pensadas, definidas y posiblemente llevadas a la práctica. Pero, este empuje e inicio claro que todo ser humano, persona y profesional, por las fechas de en cierta forma de tranquilidad, sosiego y felicidad, se truncan o se pueden truncar al más mínimo tropiezo, problema o adversidad.
Por ello, debemos estar orientados al objetivo. Al resultado. ¿A qué?
A raíz de la primera parte que publicas en tu entrada, hay una afirmación en la física que dice que cuanto mas empeño ponemos en medir algo, cuanto mas medios empleamos, se puede provocar una mayor inexactitud en la medida. Si queremos medir una mota de polvo con un aparato de medición del tamaño de un edificio, lo mas probable es que no lleguemos a medir nada.
ResponderEliminarEso es exactamente lo que comentas en la entrada. No queramos, por correr demasiado, errar en nuestra meta.
El resto de tu entrada, donde hablas de objetivos, de metas que nos ponemos/ponen me parece sencillamente genial al hilo de lo que muchos sufrimos diariamente. Cuantos objetivos inalcanzables e irreales nos fijamos/fijan. Si nos centráramos en realizar lo que sabemos hacer de la mejor manera posible, quizás y solo quizás, no necesitaríamos esos objetivos, pues saldrían y se generarían automáticamente.
De nuevo, comienzas el año haciéndonos pensar...
Un saludo
Gracias Gonzalo. Buen comentario y qué mejor que iniciar el año, mirando desde el presente al futuro y dejando donde debe estar ese pasado con nuestras experiencias positivas y negativas.
ResponderEliminarUn abrazo