En las dos últimas semanas he estado concentrado en un mini-proyecto que me vino al azar y me ha hecho replantearme muchas cosas. La primera me ha convencido totalmente de una cosa: mi vocación en el servicio y en su gestión sí es que albergaba alguna duda al respecto.
Pero lo más importante, son las horas dedicadas a pensar en dicho proyecto, la experiencia y la práctica acumulada y las lecciones geniales que he aprendido. El ver una lado de planificar que nunca lo había tenido en cuenta, 17 cosas que he puesto en marcha. Por qué como sabréis todo aquello que penséis que queréis o podéis hacer y no las acometéis en las 72 horas siguientes, ya no la haréis.
Me he tenido que leer cinco libros, sacar tres ideas generales de los mismos y objetivar para lo que queda de año, las acciones que me he comprometido a realizar. Y unas cuantas cosas más.
Pensando y analizando todo esto, confieso que nada es imposible. Solamente necesitamos, ilusión, ganas y que te guste lo que haces. A veces, vemos la puerta pero no queremos esforzarnos en subir los escalones hacia nuestras metas. A veces, no vemos el aprendizaje y el conocimiento que se produce en nuestra persona con esa práctica, pero si lo analizamos es impresionante. Lo importante, es seguir con el impulso, y seguir queriendo más. Ya que una vez que hemos abierto la forma de ver y hacer, porque no continuar con dicho hábito.
Aprender a amar lo que haces, realmente es lo máximo
Creo que cada ser humano es increíble lo que puede llegar a realizar. Muchas veces nos sale el hacer de forma proactiva. Otras nos tienen que empujar e iniciar esa inercia. Pero hagan, es muy importante la satisfacción que nos aporta, aparte del crecimiento personal y profesional.
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