A veces creemos que lo podemos saber todo. Que nuestro círculo de influencia es enorme. Pero sí no tomamos toda la perspectiva u otros enfoques puede que este se vuelva contra nosotros.
El mal del técnico, es creerse que sabe más que nadie. Y de pensar que el resto no tiene ni idea. Y esto sobre una temática o conocimiento hasta puede ser cierto. Pero la verdad, que dentro de las organizaciones, los técnicos son unos profesionales, como otros que tienen unas funciones.
El personal de la TI cree saber que sabe más que el negocio, que los clientes y que sus usuarios. Pero lo que no entienden que del negocio parte todo. Y sin él no habrá nada. Empezando por el presupuesto. Cuando no pensamos como el negocio, estamos como profesionales, perdiendo una gran oportunidad para que nuestro trabajo, en las actividades que realicemos generen valor a estos; el negocio.
Uno de los grandes problemas del personal que es responsable de un grupo de soporte, es cómo hacer para que sus subordinados entiendan todo esto. Es una batalla, puede que sin tregua y sin resultados sí la primera impresión de estos técnicos no está alineada a sus pensamientos. Estos se creen reyes de su zona de confort. Pero cuando se está en el cliente o en la propia organización deben tener muy en cuenta, que suyo no es nada.
Por tanto, deben entender o hacerles entender que sus reinos posibles de taifas, o cúmulo de tiendas de campaña que han diseminado por el espacio que disponen, es efímero y no les pertenece. Y es un gran mal que en la mayoría de las organizaciones, ya sean grandes, medianas o pequeñas, aparece y acontece. ¿Por qué ocurre esto? Pues una de las razones es la permisibilidad que desde un primer momento la hacen suya. Y confunden la posible confianza en que las cosas les pertenezcan.
Por ello, la supervisión - ya que no me gusta la palabra control - se hace desde el primer momento caótica. Y más cuando se trabaja en el cliente. Salvo que este, ponga de forma clara y cristalina, para qué estás ahí trabajando, por qué lo haces y para qué lo haces. Y esto, o le queda claro desde el primer instante o cuando venga las épocas de cargas de trabajo, o presión, saltará a la luz, con la consabida resistencia.
Como ejemplo hace unos cuantos días, tomando un café fuera de la jornada de trabajo ante una casuística que hablábamos varios colegas con rol dentro de ITSM uno indicada que las responsabilidades que le habían comentado hacer no debería hacerlas porque él era técnico. Y tras un breve silencio, yo le comenté. Sí no asumes la responsabilidad que desde que estás en dicho cliente por qué no te vas. O dicho de otro modo, si su coste/hora por las actividades que realizas son de XX puede que al no querer realizarlas pues bien o sobras o bien deberían bajarte el sueldo hacia esas responsabilidades que comentas que debes hacer como técnico.
La respuesta fue que no es justo. A lo que yo respondí ¿a ti te contrataron por XX y para hacer a,b,c y d actividades? ¿Si no las haces o nos las quieres hacer no piensas que estás engañando a tu cliente y en caso que este se dé cuenta tus minutos estarán contados?
Tras unos segundos de reflexión, la persona, ese gran profesional reconoció que su enfoque bajo dicho punto de vista le podría traer consecuencias. Por lo que cambiará de actitud. ¿Y si no hubiera cambiado?
Por ello, creo que desde el primero al último, independientemente del rol, está en su posición para que al final en conjunto consigamos algo. Resultados. Y si esto no lo tienes claro desde un principio. O no te lo explican convenientemente puede que a la larga haya o tenga problemas por ello.
Por ello, midamos bien qué hacemos y cómo lo hacemos. Ya que por mucha capacidad, habilidades o aptitudes, estos pueden quedar totalmente minimizadas sino sabemos posicionar nuestra actitud y compromiso en el lugar donde por nosotros debiere estar y el lugar donde nuestro cliente y nuestra empresa tienen la confianza que esté.